Cuando estaba estudiando la carrera me fascinaba la cantidad de información de recibía mi padre en casa desde su colegio profesional (Aparejadores). Eran los años 80 y todo lo recibíamos por correo ordinario y no pasaban tres días sin algún documento al respecto: revistas, circulares, informes, propaganda variada, recibos, libros, ofertas… Encontraba que era una manera genial de estar en contacto con la profesión más allá del día a día en el trabajo rutinario, ya que de pocas maneras por aquellas fechas, recordad pre internet, se tenia al alcance información técnica.
Por otra parte, disponía de muchos servicios: jurídicos, una especie de mutua, una librería técnica compartida con los arquitectos, biblioteca, espacios de consulta y de trabajo, un restaurante…
Para mi la colegiación fue el primer sentimiento de pertenecer al colectivo escogido para formarme como profesional y que me permitiría acceder a toda aquella información existente y dispersa, pero que de alguna manera el colegio recogía y seleccionaba para nosotros.
Los tiempos han ido cambiando y el crecimiento de la comunicación digital ha ido acompañando del crecimiento de la información disponible y de la facilidad de acceder a los servicios remotamente, la cual cosa ha obligado a rediseñar la estrategia de llegar al colegiado, pero sigue siento una referencia segura y cierta.
Los servicios del Colegio permiten una atención personalizada idónea, ponen en contacto a compañeros con las mismas necesidades y preocupaciones, y con los que se pueden compartir experiencias. En definitiva, es una HERRAMIENTA que ayuda a desarrollarnos en un mundo de profesionales.